Me llamo Olivier Mageste y tengo 59 años. Nací en Orthez, Francia,  en medio de la feria, a la una de la mañana, durante  los fuegos artificiales  ¡lo que siempre me pareció una buena señal para empezar en la vida! Pasé mi infancia y adolescencia en Mont de Marsan pero ya con 17 años me fui a la escuela taurina de Madrid.

Y eso pasó porque un vecino mío, que era aficionado práctico, me llevó un día a la plaza de toros de Mont de Marsan… y quedé fascinado. Luego, la lectura de un libro de Antonio Díaz-Cañabate, sobre historias de toreros, me hizo soñar, y me sentí apasionado por el toreo y atrapado para siempre en él ¿qué magia tendrá para provocar estos sentimientos?

Ahora mismo soy apoderado de un torero francés, Dorian Canton, pero mi vida, antes, ha dado muchas vueltas.  Fui novillero sin caballos de 1980 a 1984 y desde 1992, escribo crónicas taurinas durante la feria de San Isidro para el periódico francés Sud Ouest en colaboración con el periodista ZOCATO.

Vivo en Madrid, a la que considero mi ciudad, con Verónica, que es mi pareja de toda la vida. El toro es mi pasión, aunque soy Decorador de Stands para Ferias y Congresos.

«Un vecino mío, que era aficionado práctico, me llevó un día a la plaza de toros de Mont de Marsan… y quedé fascinado»

Fue en 2001 cuando me lancé en el apoderamiento. Descubrí a un chaval sin picadores muy tímido que iba a capeas y que entrenaba en la Casa de Campo. Era Fernando Cruz. Empezó una aventura que duró cuatro años y nos llevó hasta la alternativa en Nîmes con el Juli de padrino, y José Mari Manzanares de testigo. Fueron unos años inolvidables.

Cuando apoderas, al menos en mi caso, lo haces porque te gusta la técnica del toreo y la persona, el ser humano y transmitir la pasión por la tauromaquia. Y en el momento en el que te lanzas a apoderar, tienes primero que elegir al torero que quieres apoderar, según tus preferencias: no es exactamente una relación familiar ni tampoco una amistad, en un principio es una relación profesional, pero a la vez de confianza y de respeto.  Y ahí está la complejidad de la relación entre un torero y un apoderado.

Para mí un apoderado no debe ser un gurú ni un coach ni un comisionista. Al mismo tiempo, tiene que entender perfectamente a la persona y al torero. Y toda la dificultad está en encontrar el equilibro y adaptarse a la evolución del torero, porque son chavales jóvenes que van madurando tanto a nivel profesional como personal. Por lo tanto, hay que saber en cualquier momento en qué situación estamos para elegir lo más conveniente en términos de ganaderías, carteles y retos. No se puede exigir lo mismo a todos los toreros, todo depende de cómo se encuentran en un momento determinado o cómo han evolucionado.

«Un apoderado no debe ser un gurú ni un coach ni un comisionista. Al mismo tiempo, tiene que entender perfectamente a la persona y al torero»

El apoderado no es el protagonista. Es el director general pero no el “propietario de la empresa”, eso lo es el torero; debe de volcarse en su matador y defender sus intereses. Un apoderado disfruta cuando triunfa el torero. Pero en los días malos tiene que estar fuerte y pelear para seguir adelante. Me gusta una frase del escritor Montherlant, que habla justamente de esas dos facetas, de permanecer tranquilo en la tempestad, pero también de saber mantener y expresar la pasión. Un apoderado tiene que convivir con las dos.

Tras Fernando Cruz, acompañé en la temporada 2005 a Abraham Barragán y toreamos mucho en plazas de Castilla-La Mancha. Una gran persona y tengo un gran recuerdo de las tierras manchegas.

Tras un intervalo sin apoderamiento, unos amigos me presentaron a Dorian Canton. Todavía era novillero y tomó la alternativa ese mismo año, en 2019. Llevamos ya cinco años juntos.

Dorian es chico del mundo rural, que se crió en el Pirineo, cerca de Lourdes, y en una zona poco taurina. Pero que se enamoró del toreo y que ahora vive en Madrid. Es un ejemplo de pasión, entrega al toreo, de espíritu de sacrificio y superación. Está trabajando muchísimo puliendo su estilo clásico y poderoso en busca constante de la calidad y persiguiendo su ideal. Me enorgullece ver que ahora mismo es el torero con mayor proyección de la nueva generación de matadores franceses. Y ojalá se pueda ver pronto en plazas españolas.

Paso mucho tiempo al teléfono porque el móvil acabó con las tertulias y reuniones. Lo uso para encontrar cuadrillas, negociar contratos, tentaderos y ver todos los detalles técnicos con el torero. Hay que quitarle todos los problemas logísticos, materiales, organizativos para que se pueda centrar en lo suyo, que es torear. En invierno, hay tentaderos, preparación técnica, entrenamientos.  En verano, los festejos, los viajes, los sorteos, las plazas, etc.

Además de los toros, ¡me apasiona el cine! especialmente el cine italiano de los años 60. Me hubiese gustado ser director de cine. Siempre soñando…