Eauze

Gran triunfador de la tarde, Dorian sale «a hombros» por la puerta grande de la plaza de toros de Éauze

Al cortar una oreja a cada uno de sus oponentes, concluye de manera brillante su temporada 2024

Para su última corrida de la temporada 2024, Dorian se presentaba por primera vez como jefe de lidia en Eauze. El «torero bearnés» desfilaba en compañía del nîmes El Rafi y del landés Yon Lamothe, enfrentándose a seis toros de Pagès Mailhan. Los toros de la ganadería arlesiana, muy bien presentados y con comportamientos diversos y variados, pero con un fondo de nobleza, permitieron una corrida de gran interés. Como suele ocurrir con estos hierros denominados «intermedios», el lote de esta noche, muy exigente pero ofreciendo posibilidades, requería ser «bien toreado» y permitía que un torero con recursos lograra destacar.

El primer toro de la tarde está bien presentado. Es aplaudido a su entrada en la arena.

Entra con violencia pero sin realmente entregarse en el capote de Dorian. Después de mostrar con destreza el camino al Pagès Mailhan, que no humilla, se impone de inmediato a su adversario con elegancia y «cargando la suerte». El bicho recibe una sola vara, empujando.

Inicio de faena por doblones.

Desde los primeros derechazos, el toro se muestra brusco y defensivo. Humilla al inicio del pase, pero tiene la molesta tendencia de levantar la cabeza a mitad del muletazo. Desde la primera tanda, Dorian lo templa. Las tres primeras series de derechazos, dadas con los pies clavados y el cuerpo relajado, alargan la embestida del bicho, que no permite el más mínimo error: elegancia y poder. Por el lado izquierdo, Dorian hace admirar la precisión y suavidad de su muñeca, ofreciendo al conclave series de naturales bordados, dados con la mano baja, los talones firmes en la arena y rematados con pechos de seda. La lentitud y profundidad onírica de estos pases transportan, con los ojos entrecerrados, hasta las orillas del Guadalquivir.

La faena va a más, Dorian brilla y conecta con el público, conquistado por la voluntad, la sinceridad y el entusiasmo desbordante del torero bearnés.

Los estatuarios del final de faena son «a gusto». En el momento de la verdad, y tras haber cuadrado perfectamente a su adversario, Dorian ejecuta una estocada comprometida, perfectamente colocada y de efecto rápido. Un «estoconazo» de escuela para cerrar una faena de dos orejas. La presidencia tarda exageradamente en sacar el pañuelo. Solo una, pero «gran» oreja cae del palco, recompensando de manera escasa una actuación de las más logradas.

El cuarto, muy bien presentado, es muy alto de patas.

Dorian lo recibe con verónicas «de rodillas». La secuencia con chicuelinas es excelente. El Pagès Mailhan recibe una única vara fuerte, metiendo los riñones.

Dorian comienza su faena por lo alto.

Luego, somete al bicho con la rodilla en tierra. Se vive un pequeño momento de susto cuando, al salir de un pase, tropieza y cae al suelo. Afortunadamente, sin consecuencias. Sin perder la calma, Dorian retoma el mando con series de derechazos poderosos y perfectamente templados. Por el lado izquierdo, el toro se muestra más complicado. Al inicio de la faena, aprieta fuerte y, como suele ocurrir con este tipo de toros de poca bravura, entra lentamente en la muleta y, «como queriendo acabar rápido», acelera el ritmo a mitad del pase, terminando por enganchar la muleta a la salida.

Dorian se adapta rápidamente a los defectos del bicho y nos brinda series de naturales perfectamente templados, con la mano baja y ejecutados con gran lentitud y profundidad.

Pero esta vez es con la mano derecha con la que Dorian nos regala los momentos más hermosos de la tarde. Temple, profundidad, relajación. La mano baja, la muleta rozando la arena. ¡Torero grande! ¡Clase en estado puro! ¡Qué placer! El final de faena se adorna con luquesinas, rematadas una vez más con un pecho exquisito. Otra faena muy lograda, bien concluida con una estocada entera, algo caída, comprometida y de efecto rápido. Una oreja merecida cae del palco.